jueves, 22 de mayo de 2008

CUANDO EL DOLOR ES FÍSICO

El día 13 de Mayo me operaron de la vesícula. En principio se trataba de una operación muy sencilla, que tan solo requería 24 horas de hospitalización. La intervención fue por laparoscopia y estuve una noche ingresada en el hospital. Teóricamente todo había ido bien, así que al día siguiente a mediodía ya tenía el alta. Estuve toda esa semana con molestias y malestar, básicamente muchas náuseas y sensación de hinchazón, pero pensé que era normal. El sábado por la noche tuve que ingresar de urgencia en Valle Hebrón con un dolor terrible en la zona operada. Durante toda la noche del sábado y la mañana del domingo me hicieron diversas pruebas (análisis de sangre, de orina, radiografías y una resonancia). Finalmente decidieron que el dolor era debido a una infección interna y me recetaron antibióticos y calmantes durante una semana. Después de pasar casi dos días con suero y calmantes, salí del hospital con dolor, aunque mucho más soportable. Han pasado 4 días y sigo con el dolor, a pesar de los antibióticos y de los calmantes. El próximo lunes tengo hora con el cirujano para quitarme los puntos y teóricamente darme el alta. Temo que llegue el día y el dolor no haya desaparecido porque entonces seguramente tendrán que hacerme más pruebas y cabe la posibilidad de que incluso me vuelvan a ingresar, lo que no estoy segura de poder soportar. Toda esta situación ha hecho que me sienta totalmente vulnerable, y ha empeorado mi estado emocional. Me invade la tristeza, la desazón, la desesperanza... Sólo espero recuperarme rápidamente de este contratiempo físico porque necesito desesperadamente centrarme en mi bienestar emocional y no podré hacerlo hasta que esta pesadilla no haya concluido.

viernes, 2 de mayo de 2008

TOCAR FONDO

Alguna vez tenía que pasar. Llevo días sin escribir porque estoy hundida, sin ganas de hacer nada, sin motivaciones, sin ilusión. Tuve que dejar el trabajo porque no era capaz de estar allí toda la tarde, lo pasaba fatal. La medicación que tomaba me estaba hundiendo, me dejaba sin fuerzas, sin energía, imposibilitada. Después de una visita a la psiquiatra hemos decidido cambiar la medicación, dejar una parte de las pastillas que tomaba y modificar la cantidad del resto. Ahora estoy empezando a notar los efectos y si es verdad que estoy más despejada, también es cierto que empiezo a estar más ansiosa, la dichosa ansiedad vuelve con todas sus fuerzas. Me llevará un tiempo equilibrarme un poco, descubrir la dosis adecuada de medicación para poder estar tranquila pero a la vez poder funcionar con normalidad. He de aceptar que no puedo hacer nada más que esperar mientras esto ocurre. Intento cuidarme, mimarme, dedicarme a lo que más me gusta, sumergirme en mis lecturas, abandonarme a mi música favorita, pero a veces el tiempo se hace eterno, se estira como un chicle y las horas no pasan. Me cuesta mucho salir de casa y paso la mayor parte del tiempo encerrada en esta prisión. No pierdo la esperanza, espero que esto cambie y que la próxima vez que escriba pueda dar buenas noticias.