viernes, 10 de junio de 2011

CUANDO LA SOLEDAD NO ES UNA ELECCION

La soledad es como una enfermedad. Se va afianzando en tu alma. Al principio se disfraza de elección personal y no le das demasiada importancia, pero con el tiempo va evolucionando y se suceden los momentos en que preferirías no sentirla pero se manifiesta con toda su fuerza. Para mí existen dos tipos de soledad. Una de ellas tiene fácil solución, es cuestión de llamar a algún amigo y rodearte de gente, es una soledad pasajera y puntual. La otra es mucho más jodida. Es permanente, ya te ha invadido y librarte de ella no será fácil. Es el tipo de soledad que se siente cuando se está prácticamente solo en este mundo, cuando la amistad o el estar rodeado de gente ya no sirve, cuando necesitas un alma gemela, alguien que te quiera, que se preocupe por ti, que te ayude a sobrevivir, a salir adelante, que te escuche con atención y trate de consolarte, que forme parte de tu vida diaria, alguien con quien compartir la vida. Puede ser un amante, un verdadero gran amigo (de los que tanto escasean), un familiar con el que hayas perdido el contacto hace años y lo vuelvas a recuperar.. no hay muchas más opciones. Y es tan difícil encontrar algo así. Uno se pasa la vida deseando que lo amen, que su madre lo ame, que su padre lo ame, que sus hermanos le amen, sus profesoras le amen, sus amigos le amen… hay muchos tipos de amor que aspiramos a conseguir a lo largo de la vida, afectos, amistades, amores incondicionales… Algunos tienen la suerte de conseguirlos, otros, como yo, no la tenemos y para colmo los afectos verdaderos que habíamos conseguido los hemos perdido por el camino. El futuro se presenta como un desierto emocional lleno de lágrimas amargas y solitarias, donde sólo habita una mente atormentada, un corazón roto y un alma profundamente herida.

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